domingo, 6 de junio de 2010

VIÑETA

“LA ARQUITECTURA CAMBIA, EVOLUCIONA, PERO NUNCA TENDRÁ ESE ENCANTO QUE POSEEN LAS OBRAS DE SIGLOS PASADOS”

Bilbaína de nacimiento, leonesa de corazón, Soraya Valle, Licenciada en Arquitectura, muestra su punto de vista sobre la arquitectura antigua y moderna. A sus veintinueve años, tiene claro que la arquitectura, en el siglo XXI, “carece de pasión, sólo se busca el dinero fácil, la fama”.

Soraya, ¿Qué le impulsó a estudiar Arquitectura?

La educación que recibí desde niña, no quiero decir que me lo impusieran, sino que en mi casa siempre estuve rodeada de libros que trataban de arquitectura, de obras famosas y obras menos reconocidas. Mis padres son unos amantes del arte y en concreto de éste arte. Supongo que el factor de tener también un abuelo arquitecto influye bastante, aunque en mi familia se saltase una generación, (se ríe tímidamente).

¿Siempre tuvo claro lo que quería estudiar o barajó alguna posibilidad más?

Bueno, aunque de pequeña quería ser cantante, como todas las niñas supongo, cuando vas creciendo te das cuenta de que tienes que elegir un camino, y yo sabía que acabaría siendo arquitecto. (Pensativa) Aunque de no haberlo sido…me hubiera gustado hacer Historia del Arte, (risas) me acabo de dar cuenta de que al final, ¡todo me lleva al arte!

En la pregunta anterior, se ha definido como arquitecto, en masculino, ¿lo ha dicho de manera estandarizada o por que lo prefiere al femenino de la palabra?

Al principio cuando empecé la carrera, yo decía “arquitecto” tanto para el masculino como para el femenino. Con el paso del tiempo, escuchaba a algunos profesores y alumnos, sobre todo alumnas, decir “arquitecta”, pero en mi carrera, mayormente, siempre lo decíamos en masculino, imagino que por estandarizar y porque estás tan acostumbrado a oirlo así que ni te planteas cambiarlo. Pero personalmente, he de decir que prefiero la forma masculina, no me acostumbro a escuchar “lo de arquitecta”, no me gusta.

Usted es de natural Bilbao, pero reside en la capital leonesa, ¿desde hace cuanto tiempo y por qué vive en León?

Si, nací en Bilbao y viví allí hasta los cinco añitos, pero mis padres, por motivos de trabajo vinieron a León, también es cierto, que las raíces “tiran” mi madre es de aquí y mi padre es asturiano, así que todo queda en el norte, (risas).

¿Y no pensó nunca en la posibilidad de irse a otra ciudad con más medios quizás para su trabajo?

Si, claro, claro que lo he pensado, supongo que toda la juventud se lo plantea alguna vez cuando acaba sus estudios, pero aquí me encuentro bien, me gusta la ciudad, es tranquila, tengo un trabajo que me gusta, aunque no sea tan espectacular con las que se hacían antes, pero tengo todo aquí, mi familia, mi marido, mis amigos…todo influye.

Bueno, introduciéndonos un poco más en el tema arquitectónico, ¿Qué siente una leonesa de corazón al ver obras como la catedral, o algo no tan antiguo, como es la Casa Botines?

Pues admiración lo primero, mucha admiración por Gaudí, un poco de envidia también (dice entre risas y en voz baja). Yo me siento orgullosa de tener un monumento así en mi tierra, es digno de ver, observar, y en mi caso, como amante de la arquitectura, es digno de estudiar. A mi, personalmente, me apasionan los trabajos de Gaudí, todos, pero bien por proximidad, bien por gustos, los que más me llaman la atención son el Palacio Episcopal de Astorga y Botines. Desprenden una belleza, una simetría, un juego de curvas y materiales con los que están construidos que no se pueden ver en una edificación de hoy en día.

¿Cree que actualmente si hubiera que copiar, tal cual, la Casa Botines por ejemplo, se conseguiría hacer exactamente igual?

No, no, no lo creo, es más, estoy convencida de que no podría hacerse una copia exacta, pero ni siquiera similar. No por que no haya medios para conseguirlo, sino por que Gaudí, al igual que otros arquitectos de la misma época, sentían lo que hacían, ahora sólo se busca ganar dinero fácil, ser reconocidos mundialmente, y adquirir una fama que para mi gusto, no está bien, me parece poco profesional, este mundo debería ser vocacional, sino no tienes nada que hacer. Recuerdo siempre una frase que un profesor mio repetía: “La arquitectura es cuestión de armonías, una pura creación del espíritu”, era una frase de Le Corbusier, y creo que define perfectamente lo que quiero decir.

¿Cree que el edificio de Botines, seguirá manteniendo vivo su encanto y su interés tanto en turistas como en los habitantes de León? ¿La gente seguirá quedando “donde Botines”?

Si, por supuesto que si, cuando algo tiene ese “no sé qué” esa “chispa” nunca lo pierde, y eso es algo que está ahí, que no podemos ocultar, es evidente. La gente seguirá quedando en Botines, al igual que en otros edificios antiguos pero bien cuidados como este, por que están en el centro, por que son bonitos, y que mejor que esperar a alguien al menos entreteniéndote o pasando el rato viendo algo bello.

¿La arquitectura ha cambiado mucho o sigue igual pero con toque diferentes?

Cambia, claro que cambia, la arquitectura, como cualquier técnica, cambia y evoluciona, aunque a veces eso no nos guste, hay que admitir y reconocer que ahora se hacen obras de grandes dimensiones, llamativas, explosivas en cuanto a las formas, pero siguen sin ser como antes, el encanto que poseen las obras de siglos pasados no lo tienen ni tendrán por el momento las construcciones de ahora, por muchos avances que existan. Por ejemplo, ya que hablamos de Gaudí, la Sagrada Familia de Barcelona, tuvo más de 40 de dedicación del arquitecto, para que su aspecto sea el que tiene, pero a partir de su muerte, al no encontrar nunca los planos de algunas partes de la catedral, si se ven todas las fachadas, se observa a golpe de vista, que la parte “nueva” por así decirlo, no se parece en nada a los diseños de Gaudí, por mucho que intenten imitar cada detalle. Simplemente, cada persona tiene su “arte”, por decirlo así, dentro, y eso no se puede cambiar, cada uno tiene su propia vida que le sirve de inspiración.

GAUDÍ, EL AUSENTE OMNIPRESENTE

Su presencia en la ciudad de León fue tranquila y oculta

La figura casi desconocida del arquitecto catalán nacido en Reus (Tarragona) un 25 de junio en 1852, es analizada y descrita con un gran interés por Manuel Carriedo, experto y jefe del Centro de Documentación de Caja España, entidad propietaria de la Casa Botines, obra de Antonio Gaudí i Cornet.

Actualmente casi todo el mundo de diferentes edades conoce alguna obra del catalán, pero en aquellos tiempos, a finales del siglo XIX, cuando comenzó la construcción de la Casa Botines en el centro de la ciudad leonesa, quién conocía al joven emprendedor o sabía de su presencia es algo sorprendente.

Siempre que viajaba a León, el arquitecto catalán se hospedaba en casa de su amigo y paisano Cayetano Sentís, que había nacido en una localidad cercana a Reus, patria natal de Gaudí. Es de entender que esto dificulta las circunstancias y el desconocimiento de su presencia en la capital leonesa.

Las visitas a esta tierra eran muy esporádicas, lo que no favorece a los medios periodísticos y sociales para darle a conocer. León era entonces, a finales del siglo XIX, una pequeña ciudad.

De una noticia publicada en el periódico La Estafeta de León de 28 de octubre de 1891, donde se recoge la muerte del hermano de mayor de Cayetano Sentís, nadie cita a Gaudí, ni el origen común de ambos. Una semana más tarde, al hablar del proyecto del nuevo edificio que sería Botines, otro diario, La Montaña, habla de las discrepancias urbanísticas entre el Ayuntamiento y la Diputación por la construcción del edificio en pleno centro de León, pero sólo anuncia que “los planos presentados por los señores Fernández y Andrés, se refiere a los dos comerciantes que encargaron el edificio, responden “a un gran pensamiento y gusto arquitectónico”. Pero se sigue sin hablar de Antonio Gaudí.

Es sorprendente por que el arquitecto no debería de ser un desconocido, ya que llevaba varios años trabajando en Astorga. Pero también es cierto, que los profesionales que siempre iban con Gaudí, eran catalanes, por lo que en el entorno del barcelonés sí se le conocía, pero en las redes sociales y en el mundo del periodismo, en las tierras leonesas, el desconocimiento era grande, según se sabe gracias a los manuscritos que aparecieron en el interior de la estatua de San Jorge que preside la entrada principal de Botines.

Año y medio después del inicio de la obra, y ante una nueva noticia necrológica, la muerte del arquitecto provincial, Francisco Blanch Pons, emparentado con Gaudí,

tampoco se le cita.

Tuvieron que pasar varios meses para que, por primera vez, se escribiera el nombre de Antonio Gaudí en un periódico leonés, fue tras la muerte del obispo Juan Bautista Grau – quien le encargó el Palacio Episcopal de Astorga – que fue enterrado en un cenotafio diseñado por el arquitecto reusense.

En Astorga ya se le conocía, pero su presencia en León había pasado inadvertida, algo que cambiaría con el tiempo, o eso esperemos.

UN VIAJE RÁPIDO POR LA ARQUITECTURA DE GAUDÍ

Para hacer las cosas bien es necesario primero, el amor, segundo, la técnica”, quién podría haber dicho estas palabras, las respuestas pueden ser varias, pero la correcta es que pertenecen a Antonio Gaudí i Cornet, uno de los arquitectos de los últimos siglos.

Seguramente, el amor por el arte de la arquitectura y su buena técnica fueron la base de las obras del que nació un 25 de junio de 1852 en Reus, Tarragona. En 1870, este joven, con tan sólo 18 años, ingresa en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, donde aprendería todos los conocimientos necesarios. Siendo estudiante colabora en varios proyectos y trabajos con los arquitectos Villar y Fontseré entre otros.

Con el tiempo, Gaudí, crea su propio estilo arquitectónico, un estilo que se basa en la naturaleza y las formas geométricas, juega con las simetrías y asimetrías, con los diferentes materiales. Usa los colores y la luz para definir el espacio.

Antonio G. i Cornet, se formó en el ambiente del romanticismo catalán, pero sus obras son una mezcla con el modernismo y el neoclasicismo, rompiendo con los conceptos preestablecidos y la estética a la que estaban acostumbrados en su época. Descendiente de una familia modesta, se vería influido por esta situación, afectando así a su carácter y a sus obras.

Este estilo hace que la función y la estructura de la ornamentación de los edificios vayan unidas. Esa variedad y expresividad de las formas creadas de la inspiración del arquitecto, provocaron la admiración de personalidades como Salvador Dalí y Le Corbusier entre otros, sin olvidar, que hoy en día, sigue suscitando la misma admiración de gente de todo el mundo.

El primer encargo de este estudiante como arquitecto fue la Casa Vicens, en el año 1883, acabando su construcción cinco años después. El estilo de esta obra, es neogótico, y se aprovecharon los restos de una mansión antigua.

En el mundo laboral de Antonio Gaudí, podemos distinguir varias etapas: la primera, recoge obras, mayormente de cataluña, como el Palacio Güell, el Palacio Episcopal de Astorga, la Casa Botines de León, y la Sagrada Familia entre otras. De esta última, se hace cargo en el año 1883, habiendo sido un templo, una catedral neogótica que modificó en su mayoría y que actualmente ostenta riqueza ornamental y cien metros de altura.

La cripta, el ábside y la Fachada del Nacimiento fueron construidas bajo la dirección del catalán, quien estuvo 43 años de su vida trabajando para esta construcción, hasta su fallecimiento en 1926.

La Casa Calvet es una típica casa burguesa de Barcelona, fechada en 1898 el inicio de su construcción.

En la segunda etapa de Gaudí i Cornet, se encuentran el Parque Güell, la Casa Batlló y la Casa Milà, todas comenzadas a partir de 1900.

El empresario textil Eusebio Güell sería el siguiente en encomendar varios trabajos al de Reus. La finca de Pedralbes y el Palacio Güell, que dejarían ver claramente las nuevas formas que Gaudí introduciría en el mundo de la arquitectura.

Pero durante esta primera etapa, Antonio Gaudí, también diseñó algunas obras fuera de Cataluña, entre las que cabe destacar el Palacio Episcopal de Astorga, entre los años 1887 y 1893, y la Casa Botines o también llamada antiguamente Casa Fernández y Andrés, la cual se construyó de 1891 a 1894. Estas dos obras, situadas ambas en León.

El Palacio Episcopal fue un encargo del obispo Juan Bautista Grau Vallespinós, reusense también. En esa época, Gaudí tenía varios proyectos puestos en marcha, debido a esto, no era posible su desplazamiento a Astorga, por ello pidió a Grau, que le enviase fotografías del lugar y del terreno en particular. Así lo hizo el obispo Juan Bautista Grau, de manera que a los pocos meses, el arquitecto le envió los planos para empezar con el proyecto.

Era evidente que al catalán le llovían las ofertas de trabajo, su buena reputación y su elenco de amigos que le recomendaban hizo que en la misma época en la que Gaudí se desvincula del Palacio de Astorga, comenzara la elaboración del diseño de la que sería la Casa Botines de León.

Este edificio, de grandes dimensiones, debe su naturaleza la relación de los señores Mariano Andrés González Luna y Simón Fernández y Fernández con el empresario catalán Eusebi Güell, quine recomendó a los comerciantes textiles a Gaudí para llevar a cabo el proyecto que tenían en mente como residencia y como lugar comercial.

Los leoneses Mariano Andrés y Simón Fernández, aceptaron que fuera el barcelonés quien se encargara de la construcción que en un principio se llamaría Casa Fernández y Andrés, pero a lo largo del tiempo, pasaría a adquirir el nombre de Casa Botines debido al apellido de Joan Homs i Botinàs, fundador de la empresa textil que antecede a la de los leoneses.

El edificio que estos decidieron construir en el centro de la ciudad de León, desde un principio, tiene dos finalidades, las plantas inferiores se dedicarían al negocio, la compraventa de tejidos, y las plantas superiores como residencia, destinadas completamente a viviendas. A su vez se dividiría el piso principal en dos partes, una para cada uno de los propietarios, los otros pisos se distribuirían con el objetivo de se alquilados.

Las aplicaciones en la Casa Botines para su construcción, sorprendieron tanto a la población como a los técnicos leoneses de la época, quienes, conociendo las características del terreno, se aventuraron a decir que: “La Casa Botines se cae”, pero eso no sucedió nunca, Gaudí demostró que era un experto en su trabajo.

Otra sorpresa para los leoneses era la rapidez con que crecía la construcción de la Casa Botines, que restando el tiempo que se empleó para recopilar los materiales adecuados y las licencias, deja entrever que el edificio es creado en diez meses, algo que consiguieron gracias a la perfecta coordinación los empleados del catalán.

Los detalles fueron muy trabajados, las puertas, las ventanas y contraventanas, los muebles, objetos de gran tamaño, las verjas alrededor del edificio, el tejado, el foso, tanto el exterior como el interior muestran una alta seguridad,

En cuanto a la estructura, Antonio Gaudí introduce un estilo nuevo y personal. A pesar de conservar esquemas procedentes de los edificios del gótico civil, Gaudí abandona cualquier reminiscencia árabe o mudéjar y, sobre todo en lo estructural, se inclina por la más pura racionalidad, en una línea que más tarde desarrollará Le Corbusier, uno de sus tantos admiradores.

Pese a su apariencia, esta gran masa pétrea descubre ricos registros arquitectónicos. Una vista en perspectiva del edificio permite observar que, en aras de conseguir suavizar la rigidez, el edificio responde a un escalonado piramidal, rematado en lo alto por los pináculos de las torres, perfectamente visibles desde la lejanía.

Los elementos ornamentales no se quedan atrás en esta obra, la verja que recorre el foso, la cubierta del techo en material de pizarra, los acabados en aristas, tienen un mismo fin, un objetivo común, acentuar la horizontalidad del edificio.

Las ventanas juegan un papel muy importante en los diseños de este arquitecto, la iluminación es algo que pretende cuidar, por ello, empezando a observar por las plantas superiores, se puede ver como las ventanas van adquiriendo tamaño a medida que desciende la altura de la planta, es decir, las ventanas más grande se encuentran en la planta baja, mientras que las de menor envergadura, están situadas en las torres y el ático, donde es más fácil que entre la luz durante todo el día.

El mismo pensamiento le tiene para los espacios abiertos como pueden ser los patios interiores, siempre deben de aportar luz.

Una concesión a la época y a esa idea preconcebida de lo que el norte representa (asociada a fortalezas, castillos, iglesias y climas duros), son los torreones cilíndricos con los que remata los cuatro ángulos del edificio, los pináculos antes mencionados.

Si Gaudí hubiera prescindido de estos, el edificio resultaría más moderno y menos tributario a un pasado romántico que siempre ejerció una gran influencia en el lado simbólico de su arte, ese romanticismo catalán.

Por otro lado, el foso tenía un propósito, el hecho de que la rejería de hierro que lo recorre sea practicable en algunos puntos, se hace para facilitar la entrada y salida de personas, materiales o mercancías.

Y si de elementos ornamentales se habla, cabe decir que a pesar de no estar inicialmente dibujada en el proyecto de Gaudí, la puerta de forja de la entrada principal es un elemento destacado de la ornamentación del edificio.

Para este trabajo, que los técnicos o artistas que Gaudí implicó en la construcción de este edificio procediesen de Cataluña, provocó algunos recelos por parte de la población leonesa. Sin embargo, las razones de esto, se deben a que le gustaba trabajar con el mismo equipo de técnicos y colaboradores siempre, se trate de herreros, carpinteros, escultores, vidrieros, arquitectos, maestros de obra o albañiles.

Hay que añadir, que aunque la Casa Botines exteriormente no recuerde al estilo empleado en otras obras del barcelonés, que muestran la sensación de movimiento de la fachada, como pueden ser la Casa Batlló o la Casa Milà, o el mismo Parque Güell. En el edificio leonés, muestra una arquitectura antigua y moderna a la vez. Como prueba del esfuerzo, la originalidad y la genialidad de Gaudí, Casa Botines fue declarado monumento histórico en 1969.

En frente de la Casa Botines se puede encontrar una escultura de bronce, compuesta de un banco y una figura humana que simula al arquitecto de Reus, con su apariencia seria, sobria, tranquila, pensativa…mientras al lado opuesto del banco, en el otro extremo, se encuentra la figura de una paloma que observa al catalán.

Actualmente, se usa como sede de Caja España, entidad propietaria del inmueble. Se realizan exposiciones en las diferentes salas de la planta baja, permitiendo así ver el interior del edificio, que mantiene los elementos originales.

CASA BOTINES, MUCHO QUE CONTAR

Casa Botines, es un edificio de estructura artística y constructiva, encargado en 1891, al arquitecto Antonio Gaudí, por la sociedad “Fernández y Andrés” de León, la cual dirigían los señores Mariano Andrés González Luna y Simón Fernández y Fernández.

Estos comerciantes tenían relación debido a negocios textiles, con el financiero barcelonés Eusebi Güell, quien les recomendó a Gaudí para el proyecto del edificio.

Pero, de dónde viene el nombre “Casa Botines”, se debe a Joan Homs i Botinàs, fundador de la empresa antecesora de “Fernández y Andrés”.

Ahora que sabemos un poco más de esta obra arquitectónica, vamos a situarla. Se encuentra en la capital leonesa, en el centro de la ciudad, donde es admirada por turistas y lugareños (si me permiten la expresión), tanto por el día como por la noche, por que en la nocturnidad que acoge a León, se puede ver y observar con detalle la iluminación alrededor del edificio, que le da un aspecto tenebroso en las noches de tormenta, circunstancia que bien se podría aprovechar como inspiración para un cuento de terror o una historia de caballeros del edificio gaudiniano. Pero no nos desviemos del tema, la conclusión es que su belleza y su perfección, se mire por donde se mire, no deja indiferente a nadie, ni a los que se paran a observar, ni a los que van preparados para recoger la instantánea perfecta, ni tan si quiera, a los que suben por la calle Ancha con dirección al Barrio Húmedo, con el simple propósito de salir de fiesta. Casa Botines siempre se ve reflejada en los ojos de los viandantes.

Por otro lado, aunque sabemos que es de mala educación, vamos a decir, no los años de este edificio, pero sí la fecha de su creación; Casa botines nació y creció en 1892-1893. Es algo mayor, pero se conserva en muy buen estado, aunque algún arreglo si ha tenido que sufrir.

En concreto, Casa Botines ha pasado por cuatro etapas de rehabilitación: la primera, en 1931; se procede a su remodelación en la planta baja. En ese mismo año, El Monte de Piedad y la Caja de Ahorros de León, adquiere la creación de Gaudí.

Sin más preámbulos, pasamos a la etapa segunda, cuando sufre la alteración más fuerte en todas las plantas, esto ocurre en 1953 bajo supervisión del arquitecto Luis Aparicio Guisasola.

Tres años después, en la tercera fase, se sustituye debido a la degradación, la figura en piedra del San Jorge situada en la fachada.

Y por último, desde ese mismo año, 1956, hasta 1992, Caja España decide rehabilitar de nuevo Casa Botines.

Aunque dé la sensación de inestabilidad, el edificio del que se rumoreaba en su tiempo que su derrumbe estaba escrito…no ha sufrido ningún cambio estructural, los creadores de semejante obra, bella por dentro y por fuera, eran unos magníficos expertos en el arte de la arquitectura.